Suscríbete en: Itunes | Ivoox | Spotify
Si te gusta el contenido que genero, recibe cada día una píldora, reflexión, aprendizaje o simplemente información en un mail corto y al grano. Además por suscribirte, te enviaré un plan de 10k totalmente gratuito para implantarlo en Training Peaks
Curso de iniciación a la nutrición, con Miguel Górriz a la cabeza.
Escuchando el podcast Ethos Podcast, un programa enfocado al fitness, mentalidad y estilo de vida (totalmente recomendable), uno de sus creadores, Edu Barrecheguren, hablando del postureo en RRSS lanzó la siguiente frase.
“Muchísima gente es un Seat Ibiza y se vende como un Porche, conviértete en un puto Porche y no necesitarás venderte”
La verdad que la frase me dejó, noqueado. Automáticamente paré y la apunté.
Este episodio lo he escrito casi al completo para no irme por las ramas.
Esto no es nuevo, la gente comparte un pequeño porcentaje su día en Instagram, además en muchos casos ese pequeño porcentaje que comparten es el 100% o incluso más (el añadido es inventado) de lo bueno que le ha sucedido.
Igualmente cuando los que tenemos un negocio y somos profesionales de algún sector, compartimos testimonios, comentarios, capturas de pantalla, etc, estamos compartiendo lo bueno. Ya he hablado de esto en alguna ocasión, pero… ¿ Pero qué sucede con lo malo? ¿Dónde está? ¿No existe?
Esto es harina de otro costal la verdad, vuelvo a la frase. Me pareció brutal.
Mucha gente que mediocre gasta muchísimas energías en demostrar que no lo es, que tiene amplios conocimientos, que está curtido, que tiene algo que aportar.
Algún ejemplo facilón de esto, dedicar demasiadas energía a aprender sobre marketing, sobre negocios, sobre cómo vender, sobre publicidad, etc., olvidándonos en cierta medida de que lo importante es aprender, mejorar, progresar y ser cada vez más excelente en tu campo de conocimiento, sea cual sea.
Dedica tantas energías a ello, que nos olvidamos de ser un Porche, de ser los mejores, de crecer en lo profesional, en lo personal, en lo familiar.
Porque esa es otra, no debemos olvidar todas las facetas de nuestra vida. Si una no funciona el resto se verá afectada. Si no tenemos salud, no podemos tener rendimiento, si no somos plenos en lo familiar difícilmente estaremos equilibrados en lo profesional.
En definitiva, si buscamos la excelencia (no como una meta, sino como un camino a seguir) es muy probable que no tengamos que estar buscando cómo demostrar que somos excelentes. Nuestros hechos, nuestras acciones, nuestros resultados y de todos los que nos rodean hablarán por nosotros.
Esto son reflexiones en voz alta que me gusta compartir con vosotros, no porque yo haya conseguido todo ello, sino porque intento estar dentro de ese camino, el camino de ir hilando fino por la vida.